lunes, 11 de febrero de 2013

2.3.4 Educación basada en competencias.


El Sistema Educativo Mexicano a través de la Secretaría de Educación Pública y en base a las atribuciones que a esta otorgan tanto el Art. 3º. Constitucional y la Ley General de Educación, impulsa el objetivo fundamental del Programa Sectorial de Educación 2007-2012, dando a la vez sentido al Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 para los Estados Unidos Mexicanos.

Dicho objetivo se avoca a elevar la calidad educativa y  mejorar el nivel de sus logros, para propiciar los medios de acceso a un mayor bienestar de los estudiantes, y a la vez, los beneficiarios contribuyan al desarrollo nacional. Al respecto, el Plan de estudios para educación primaria (2009), señala como uno de los principales retos, ofrecer espacios y oportunidades educativas a poblaciones vulnerables como lo son, los niños que habitan zonas rurales, indígenas, migrantes, jornaleros, en situación de calle, o con necesidades educativas especiales con o sin discapacidad; estos últimos en particular, conforman cerca de un total de 121,600 alumnos con discapacidad, y que han sido impulsados a la igualdad de acceso y permanencia, desde el año 2002 de acuerdo a lo estipulado en el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa. 

Para tan vasto y multimodal reto,  la estrategia principal  del SEM perfila a una reforma integral de la educación básica, y la adopción de un modelo educativo basado en competencias. Este nuevo currículo escolar será base fundamental en la visión de otorgar a todo ciudadano en edad escolar las oportunidades formales para adquirir, desarrollar y emplear los conocimientos, las habilidades, las actitudes  y los valores necesarios para aprender a lo largo de la vida y enfrentar los cambios de una sociedad en permanente cambio, como lo obliga el uso de herramientas para pensar (Lenguaje, tecnología, símbolos, el conocimiento), como lo requiere la capacidad de interactuar en grupos heterogéneos, y la autonomía personal.

De acuerdo a Zabala y Arnau (2008), se atribuye a Noam Chomsky en 1965,  la creación del término competencia linguística, para referirse a la capacidad y disposición para el desempeño y la interpretación comunicativa. Posteriormente, en el ámbito profesional  Mc Clelland, en 1973,  le define como aquello que causa un rendimiento superior y real para el trabajo. La Organización Internacional del Trabajo en el año 2004 propone entender por competencia a la capacidad efectiva para realizar con éxito una actividad laboral específicamente identificada.

Sugieren que su inserción en el ámbito educativo, se forja con las aportaciones de las

teorías psicológicas para el aprendizaje; así la UNESCO, en 1996, proclamó que niños,

jóvenes y adultos tienen derecho a una educación que satisfaga necesidades básicas de

aprendizaje, incluyendo aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y

aprender a ser; todo ello, para aprender a lo largo de la vida, por lo que la experiencia de

aprendizaje formal e informal no debe limitarse a adquirir contenidos, métodos y técnicas,

sino que implica preparación para saber pensar, reflexionar críticamente, identificar y

resolver problemas e investigar; dicho carácter sociofuncional del aprendizaje dá relevancia

 al enfoque por competencias, puesto que permitirá, que estas estrategias traducidas en 

conocimientos, habilidades y actitudes sirvan a los individuos para vivir en sociedad,

transformar las situaciones que vive y responder a nuevos retos.
Por su parte,   el Consejo Europeo, en 2001, dentro del documento Marco Común Europeo de referencia para el aprendizaje, enseñanza y evaluación de las lenguas, las comprende como la suma de conocimientos, destrezas y características individuales que permiten a una persona la realización de acciones.
 
Posteriormente, en 2002, la OCDE le define como la habilidad de cumplir exitosamente exigencias complejas, movilizando prerrequisitos psicosociales, enfatizando así los resultados que el individuo consigue en su acción, selección o comportamiento, según sean las exigencias; combina habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales. A su vez, Monereo, en el año 2005, establece diferencias entre estrategias y competencias; definiendo a esta como el dominio de un amplio repertorio de estrategias en un determinado  escenario de la actividad humana, entendiendo por estrategia la acción específica para resolver un tipo contextualizado de problemas. Es Perrenoud, en 2001, quien amplía el concepto, definiéndole como la aptitud para enfrentar eficazmente una familia de situaciones análogas, movilizando consciente, rápida, pertinente y creativamente, recursos cognitivos como los saberes, capacidades, microcompetencias, informaciones, valores, actitudes, esquemas de percepción, de evaluación y de razonamiento.
Para la Secretaría de Educación Pública (2009) el desarrollo de una competencia, implica un saber hacer (Habilidades) con saber (Conocimiento),  la valoración de las consecuencias de del hacer (Valores y actitudes), ante contextos y situaciones diversas, por lo que se manifiestan integradas en las acciones de las personas.
Al mismo tiempo, define las competencias que perfilan al alumno que egresa de la educación básica, siendo estas:
a)    Competencias para el aprendizaje permanente.
b)    Competencias para el manejo de la información.
c)    Competencias para el manejo de situaciones.
d)    Competencias para la convivencia.
e)    Competencias para la vida en sociedad.
Cabe señalar que la continuidad de los niveles que integran a la educación básica, mantienen tres elementos considerados sustanciales:
1.- La diversidad y la interculturalidad. Vistas ambas como el reconocimiento y comprensión acerca de la diferencia cultural, lingüística, de costumbres,  creencias y tradiciones; tratando de crear convivencia, respeto comunicación mutua entre comunidades con características distintas. A la vez, acerca a la apreciación de las diferentes capacidades para el aprendizaje tanto en sus ritmos como en sus estilos, incluidos así a las personas con discapacidad. Es decir, que la escuela sea un espacio para apreciación y valoración de la diversidad como vivencia del cotidiano.
2.- El énfasis en el desarrollo de competencias y definición de aprendizajes esperados. Que los alumnos movilicen el saber dentro y fuera de las escuelas para cuidado  del ambiente y de la convivencia. En particular, pretende que  los aprendizajes esperados propicien referentes para mejorar la comunicación y colaboración entre profesores, alumnos y padres de familia.
3.- La incorporación de temas que se abordan en más de una asignatura. Lo cual conmina a  contenidos y temas transversales que favorezca en los alumnos la integración de saberes y experiencias adquiridas y desarrolladas en las distintas asignaturas de cada grado escolar. Relacionados a la responsabilidad ante el medio natural, social, la vida, la salud y la diversidad cultural.
Como resultado de la Reforma Educativa, se impulsa la llamada: Integración educativa para los alumnos con Necesidades Educativas Especiales con o sin discapacidad, o bien, con aptitudes sobresalientes; por lo tanto, obligó posteriormente a la inclusión a escuelas de educación regular y al sometimiento de la oferta curricular, con apoyo de los Servicios de Educación Especial.
 


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